sábado, 23 de agosto de 2014

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INSPIRACIÓN

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La historia de la chocolatería se inicia en 1924. En ese entonces, Antonio D´Onofrio ya se encontraba a la cabeza de la empresa de helados que iniciara su padre, Pedro D´Onofrio, en 1897. Con el negocio en sus manos, Antonio decidió ampliarlo y modernizarlo. Sin embargo, existía una dificultad. Los helados solo se vendían cinco meses al año, durante la temporada de mese cálidos, por lo que había que extender el negocio para mantenerse con vida y seguir creciendo. La idea de instalar una chocolatería le venía rondando la cabeza, así que viaja a Europa, exactamente a Suiza e Italia; para comprar maquinaria.
En Suiza aprendería el oficio de chocolatero y obtendría el molde del dulce que convertiría en su producto de bandera: SUBLIME. A su regreso, D´Onofrio decidió que los colores amarillo y azul sean adoptados por su empresa como propios; al mismo tiempo que inauguraba la fábrica de chocolates, ubicada en jirón Cotabambas, en un local adyacente a la fábrica de hielo y helados.
En los años venideros la empresa familiar no detendría su crecimiento. De producir solamente helados y chocolates, pasó a hacer lo propio con caramelos, galletas y golosinas de todo tipo. Incluso para la producción de bombones y de toda la gama de chocolatería fina trajeron expertos de Suiza. El auge llegaría a su punto máximo con la construcción de la planta de la avenida  Venezuela.
A mediados de los 50, la fábrica D´Onofrio volvería a impactar en el mercado al empezar con la producción de sus hoy famosos panetones. La fórmula y el derecho de utilizar la receta fueron adquiridos a la firma Alemagna, de Milán. Entre los año sesenta y setenta, la fábrica de chocolates más grande del país introduciría nuevos productos, como Alibabá, Lentejas y Sorrento.

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