La historia de la chocolatería se inicia en
1924. En ese entonces, Antonio D´Onofrio ya se encontraba a la cabeza de la
empresa de helados que iniciara su padre, Pedro D´Onofrio, en 1897. Con el
negocio en sus manos, Antonio decidió ampliarlo y modernizarlo. Sin embargo,
existía una dificultad. Los helados solo se vendían cinco meses al año, durante
la temporada de mese cálidos, por lo que había que extender el negocio para
mantenerse con vida y seguir creciendo. La idea de instalar una chocolatería le
venía rondando la cabeza, así que viaja a Europa, exactamente a Suiza e Italia;
para comprar maquinaria.
En Suiza aprendería el oficio de chocolatero
y obtendría el molde del dulce que convertiría en su producto de bandera:
SUBLIME. A su regreso, D´Onofrio decidió que los colores amarillo y azul sean
adoptados por su empresa como propios; al mismo tiempo que inauguraba la fábrica
de chocolates, ubicada en jirón Cotabambas, en un local adyacente a la fábrica
de hielo y helados.
En los años venideros la empresa familiar no
detendría su crecimiento. De producir solamente helados y chocolates, pasó a
hacer lo propio con caramelos, galletas y golosinas de todo tipo. Incluso para
la producción de bombones y de toda la gama de chocolatería fina trajeron
expertos de Suiza. El auge llegaría a su punto máximo con la construcción de la
planta de la avenida Venezuela.
A mediados de los 50, la fábrica D´Onofrio
volvería a impactar en el mercado al empezar con la producción de sus hoy
famosos panetones. La fórmula y el derecho de utilizar la receta fueron adquiridos
a la firma Alemagna, de Milán. Entre los año sesenta y setenta, la fábrica de
chocolates más grande del país introduciría nuevos productos, como Alibabá,
Lentejas y Sorrento.
0 comentarios:
Publicar un comentario